lunes, 24 de octubre de 2011

Me acuerdo de mi infancia. Todo el tiempo.
Me recorre un veneno que hacía rato jugaba a las escondidas. Te miro durmiendo mitad afuera, mitad adentro. Como si el cuerpo se te quisiera escapar. Me traslado a la playa y el olor a sal impregnado en las sábanas. La tele prendida, la ventana abierta. 
Sos eso que buscaba. El baúl de los secretos. El que me da la mano para ir a jugar a la calle. 
A quien quiero encontrar cuando vuelvo a casa. Que me mire como si quisiera matarme.
Y siento un miedo indescriptible.
Como cuando era chico y aprendí que mi mamá también se iba a morir.
Tengo a la eternidad y lo efímero peleándose en mis pulmones.




"Lo divino no busca agradarse a sí mismo. Acepta ser rechazado, olvidado, desagradable. Acepta los insultos y las heridas.
La naturaleza sólo busca agradarse a sí misma. Y conseguir que otros la agraden. Dárselas de gran señora. Salirse con la suya. Encuentra razones para ser infeliz cuando todo el mundo que la rodea resplandece y el amor sonríe a través de todas las cosas.
Nos enseñaron que nadie que amara el camino de lo divino acabaría mal.
Yo te seré fiel. No importa lo que me pase."


El árbol de la vida. 2011.

2 comentarios:

Kenny dijo...

Cómo llegaste a mí?
En qué forma?
En qué disfraz?

Confío en tí.

Kenny dijo...

Y te quiero.